Multimasking: te contamos cómo se hace

Multimasking

Las tendencias en el cuidado de la piel van y vienen a medida que pasa el tiempo. Pero uno de ellos es mantener el viento a favor, especialmente desde la llegada de las rutinas de belleza japonesas, dentro de las cuales nos encontramos con el conocido como multimasking. Te contamos cómo se hace y en qué consiste.

Tanto si eres fanática de los productos para el cuidado de la piel, como si simplemente tiendes a lavarte la cara con jabón y usas una crema hidratante, no hay duda que existe un tratamiento que no deberíamos ignorar nunca: el uso de una mascarilla facial, a ser posible entre dos a tres veces por semana (como mucho, eso sí).

Y es que el uso regular de una mascarilla se convierte en una forma extremadamente fácil, simple y sencilla de limpiar la piel en profundidad, reduciendo los poros, desintoxicándola y limpiándola al máximo, todo ello de forma cómoda y rápida.

De hecho, en caso de que nuestra piel sea propensa a las imperfecciones, el uso de una mascarilla es de muchísima utilidad a la hora de llegar a las capas más profundas de la epidermis, extrayendo con ello la suciedad incrustada y el exceso de grasa.

En resumidas cuentas, ayuda a conseguir que la piel se muestre bastante más limpia, con los poros más afinados. Mientras que la piel seca también puede disfrutar al máximo de sus diferentes beneficios.

La piel seca se convierte en una de las principales causas de muchos problemas cutáneos. Así, optar por una mascarilla facial cuando nuestra piel se encuentra seca y deshidratada es de enorme utilidad a la hora de hidratar la piel y nutrirla en profundidad, suavizando el cutis al máximo.

Por otro lado, también es de enorme ayuda a la hora de revitalizar la piel cansada y dañada, a la vez que proporciona beneficios antienvejecimiento y detoxificantes únicos, aunque es cierto que todo dependerá de los ingredientes que encontremos en su composición.

Eso sí, para completar y mejorar al máximo nuestra rutina de cuidado de la piel, nos encontramos en esta ocasión con una opción de tratamiento que enriquece muchísimo nuestro régimen de belleza. Es conocido con el nombre de multimasking, o enmascaramiento, y sobre ella te hablamos en esta ocasión.

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Multimasking: ¿qué es y en qué consiste el multienmascaramiento?

Todos los años, todas las estaciones o simplemente todos los meses, la epidermis experimenta algunos trastornos y cambios. En ocasiones es normal que se muestre deshidratada, otras sensibilizada y, en otros momentos, simplemente aparece sin luminosidad ni energía.

Las causas suelen deberse a agresiones internas y externas, como la falta de sueño, desequilibrios hormonales, el estrés oxidativo, la contaminación ambiental y, cómo no, el seguimiento de una dieta desequilibrada, malsana y poco adecuada.

Podríamos llamarlo multienmascaramiento (en su traducción al español), el multimasking consiste en aplicar múltiples mascarillas faciales para cuidar las diferentes virtudes y rasgos distintos del rostro, con la finalidad de conseguir que puedan adaptarse perfectamente a cada necesidad de la piel.

Se trata, por tanto, de la combinación de distintas mascarillas faciales en diferentes partes del rostro, en lugar de aplicar solo una, como es común hacer hasta ahora.

Es cierto que nos encontramos ante una técnica de belleza cuanto menos curiosa, pero sensata, especialmente si tenemos en cuenta que nuestro rostro en absoluto se caracteriza por ser uniforme, lo que significa que cada parte tiene una serie de necesidades propias, algo aún más evidente cuando nuestra piel se caracteriza por ser mixta.

Precisamente, con la finalidad de cubrir de una sola vez distintas necesidades y características de nuestro rostro, surgió hace años el multimasking o multienmascaramiento, para proporcionar a cada zona de nuestra piel el cuidado y nutrición que necesita en todo momento.

De esta manera, el objetivo principal es escoger mascarillas faciales con diferentes características, en función del área de la piel que se vaya a tratar (o donde vaya a ser aplicada). Así, solo deberían ser aplicadas en aquellas áreas del rostro donde se necesiten.

¿Qué beneficios ofrece el multimasking?

El multimasking responde a un hecho bastante simple: cada área del rostro tiene una serie de necesidades específicas, las cuales se caracterizan por ser únicas. Además, estas necesidades pueden variar en función del entorno, la estación, el estrés…

¿La solución? Aplicar de forma simultánea distintas mascarillas faciales en cada zona. Se trata de una técnica verdaderamente útil y muy saludable, especialmente cuando se integra en una rutina de cuidado de la piel, sobre todo en aquellos casos en los que tenemos la piel grasa y seca, mixta y deshidratada, o con falta de luminosidad o con algunos signos propios del envejecimiento (como líneas finas y arrugas).

De hecho, lo mejor de todo es que ¡existe una solución para cada problema!, por lo que el multimasking es de muchísima utilidad a la hora de conseguir una piel mucho más radiante, al reducir la falta de luminosidad y opacidad.

Beneficios Multimasking

También ayuda a conseguir una zona T mucho más nutrida y purificada, al regular el exceso de sebo, reducir las imperfecciones que comúnmente aparecen en esta zona (frente, nariz y mentón), y tratar las áreas secas y sensibles y del rostro.

Además, también es de utilidad para disfrutar de una piel mucho más hidratada, dado que al hidratar y calmar distintas áreas del rostro, reduce la sequedad, la irritación, el enrojecimiento y, sobre todo, los problemas propios de la deshidratación.

Por todo ello, es cierto que se trata de una opción realmente interesante, especialmente cuando tenemos en cuenta que es necesario escoger cada mascarilla facial en función del área donde esta vaya a ser aplicada, con la finalidad de proporcionar el cuidado que necesita en todo momento.

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¿Cómo se hace?

Efectivamente, todo depende de nuestro tipo de piel, y de las distintas áreas del rostro que deseemos tratar.

Por tanto, dado que la clave está en aplicar de manera simultánea distintas mascarillas en cada zona, es fundamental estar atento a lo que observamos y sentimos en todo momento, pudiendo así escoger las que más nos interesen. Y, sobre todo, diseñar un tratamiento no solo personalizado, sino a medida.

En primer lugar, es imprescindible escoger mascarillas adaptadas a los problemas de las distintas áreas del rostro, con la finalidad de conseguir un resultado garantizado.

Por ejemplo, en caso de tener la piel grasa el objetivo es reducir el exceso de sebo, las impurezas y los poros dilatados, por lo que es ideal optar por una mascarilla depurativa capaz de eliminar las impurezas y destapar y cerrar los poros. ¿Los mejores ingredientes? Arcilla, miel, óxido de zinc, sales minerales y ácido salicílico, entre otros.

Para el tratamiento de las pieles sensibles y delicadas, útiles para reducir el enrojecimiento y la irritación y corregir las imperfecciones, es adecuado optar por mascarillas con manteca de karité, extractos de plantas, aguas termales y aguas florales (como de rosa y manzanilla).

¿Y en caso de tener la piel normal o mixta? Debe ser útil para reducir el exceso de sebo tan común en la zona T, los puntos negros y la falta de hidratación en otras áreas del rostro, por lo que una mascarilla purificante es de utilidad a la hora de disminuir el sebo presente en la zona T y aportará hidratación en las áreas necesarias.

¿Los mejores ingredientes? Sin duda alguna distintos ingredientes activos con cualidades purificantes, como la arcilla, los aceites esenciales o vegetales y el agua floral, que se encarga de suavizar y calmar la piel.

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Por otro lado, para pieles secas lo ideal es escoger mascarillas útiles para el tratamiento de la sequedad cutánea, a la vez de nutrir e hidratar la piel en profundidad, por lo que los mejores ingredientes son manteca de karité, aceite de aguacate, aceite de argán y áloe vera.

Como vemos, a la hora de obtener un tratamiento específico a la carta no hay duda que las combinaciones pueden ser múltiples, por lo que la clave está en tener presente cuáles son las necesidades que tenga nuestra piel en esos momentos.

La clave es hidratar y nutrir las mejillas, dirigiéndonos a las distintas áreas del rostro donde la piel se sienta tirante, donde se siente sobre todo muchísimo más seca o reseca, como de hecho es el caso de las mejillas.

A su vez, debes purificar y matificar la zona T, independientemente de que tengas la piel grasa o mixta, lo que incluye la barbilla, la nariz y la frente. Así, la producción excesiva de sebo en estas zonas pueden beneficiarse de ser reguladas.

En estos casos, sobre la piel limpia, es conveniente aplicarse una mascarilla a base de arcilla, como la desarrollada por Nezeni Cosmetics, que de hecho es una de mis opciones favoritas.

Eso sí, a la hora de aplicarlos, es recomendable hacerlos al mismo tiempo, con la ayuda de un pincel o simplemente con los dedos, respetando los tiempos de exposición / aplicación (algo fundamental si tenemos en cuenta que cada mascarilla facial puede tener su tiempo específico).

Por tanto, si después de descubrir en qué consiste el multimasking, deseas disfrutar de sus diferentes cualidades, no olvides la importancia de integrarla en la rutina, usándola entre dos a tres veces a la semana.

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